
Desde la promulgación de directrices nacionales y provinciales que impulsan su implementación, como las iniciativas de la Secretaría de Obras Públicas y normativas específicas en jurisdicciones clave del país, la adopción de esta metodología se ha acelerado de manera notable. Los proyectos pilotos de gran envergadura, que abarcan desde infraestructura vial y hospitalaria hasta edificaciones educativas, han demostrado la capacidad de BIM para optimizar el ciclo de vida completo de un activo. Esto incluye la detección temprana de interferencias (clash detection), una estimación presupuestaria con un margen de error significativamente menor y una planificación de obra mucho más precisa. La estandarización de los Common Data Environments (CDE) asegura que toda la información relevante –desde modelos 3D y 4D (planificación) hasta 5D (costos)– sea accesible, actualizable y compartida entre todos los actores involucrados, fomentando una colaboración sin precedentes.
Mirando hacia el futuro, las proyecciones para la región del Mercosur son ambiciosas. Para finales de la década, se estima que al menos el 70% de los proyectos de infraestructura pública de envergadura en Argentina, Brasil y Chile –países líderes en la adopción BIM en la región– integrarán esta metodología de forma sistemática. Argentina, en particular, se posiciona como un referente, compartiendo experiencias y buscando la armonización de estándares con sus vecinos. Esta colaboración regional no solo impulsará un ecosistema constructivo más eficiente y transparente, sino que también facilitará la participación conjunta en proyectos transfronterizos y el intercambio de conocimientos. La evolución de BIM se perfila hacia su integración con tecnologías emergentes como los gemelos digitales, para la gestión predictiva de activos, y la inteligencia artificial, para la optimización de diseños y procesos, consolidando un futuro donde la infraestructura pública sea sinónimo de calidad, eficiencia y responsabilidad social.