
La infraestructura portuaria y marítima nacional, en una retrospectiva crítica, ha lidiado históricamente con ciclos de inversión erráticos y una planificación de largo plazo que, en ocasiones, no logró trascender las alternancias políticas. El sistema fluvial Paraná-Paraguay, columna vertebral logística del Mercosur y fundamental para la salida de la producción agroindustrial de provincias clave, exhibe la paradoja de su potencial versus las limitaciones operativas. La profundidad de los canales de acceso a puertos como el de Buenos Aires o la necesidad de un dragado constante en tramos cruciales de la vía troncal navegable, plantean interrogantes sobre la capacidad óptima de recepción de buques de mayor calado y, consecuentemente, sobre la eficiencia de los costos logísticos que inciden directamente en la competitividad de nuestras exportaciones. Además, la dispersión regulatoria y la falta de una visión integral para la articulación intermodal entre el transporte fluvial, ferroviario y carretero, han representado un lastre significativo para la consolidación de un sistema logístico verdaderamente eficiente. La modernización de terminales, la incorporación de tecnología para la gestión de carga y la seguridad, y la adaptación a estándares internacionales, aún presentan un margen considerable para la mejora.
La estrategia se articula en varios ejes: primero, la consolidación de un marco normativo unificado que brinde seguridad jurídica y fomente la inversión; segundo, la priorización de proyectos de dragado y balizamiento en los principales corredores fluviales y marítimos, garantizando la navegabilidad durante todo el año y la reducción de sobrecostos logísticos; tercero, la promoción de la tecnificación y digitalización portuaria para optimizar la operativa y la trazabilidad de la carga; y cuarto, la integración con la matriz productiva regional, asegurando que los beneficios de una infraestructura portuaria robusta se traduzcan en desarrollo económico local y creación de empleo. El desafío es mayúsculo: transformar los déficits estructurales en oportunidades de crecimiento, posicionando a Argentina como un actor clave en la logística global, con puertos modernos, eficientes y conectados que sirvan como verdaderas puertas de entrada y salida para su pujante economía.