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Viernes, 17 de octubre 2025
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Corredores Verdes: ¿Gasto o Activo Capital para Nuestros Centros?

|Obra pública
Analizamos cómo la inversión en arbolado urbano y franjas naturales redefine el valor y la habitabilidad de las ciudades uruguayas, proyectando su impacto comercial y social a futuro.
Corredores Verdes: ¿Gasto o Activo Capital para Nuestros Centros?
El aire en nuestras ciudades se siente distinto, y no es solo por el clima. Uruguay está apostando fuerte por una infraestructura verde que va más allá de la estética. De repente, aquellos espacios residuales o los bordes de avenidas se están transformando en corredores verdes vibrantes, invitando a repensar no solo la forma en que nos movemos, sino también el valor que le otorgamos a nuestros entornos construidos. Desde la capital hasta las principales ciudades del interior, el discurso sobre el arbolado urbano y los parques lineales ha dejado de ser una charla de ecologistas para convertirse en una hoja de ruta estratégica para planificadores, inversores y, claro, para el mercado inmobiliario.
Corredores Verdes: ¿Gasto o Activo Capital para Nuestros Centros?
Esta tendencia, impulsada por la conciencia climática y la búsqueda de una mayor calidad de vida, presenta un claro dilema comercial: ¿Es la plantación masiva de árboles y la creación de franjas verdes un costo más en la obra pública o una inversión que capitaliza el futuro de nuestras urbes?

La respuesta, según varios análisis cualitativos recientes, se inclina decididamente hacia lo segundo. Tomemos el ejemplo de Montevideo: barrios con un mayor índice de arbolado o cercanos a nuevos parques lineales, como los previstos en el oeste de la ciudad o las mejoras en la rambla, ya muestran un incremento en el interés de compra y alquiler. El ‘premium verde’ no es una fantasía; propiedades con vistas a espacios verdes o acceso directo a corredores peatonales arbolados pueden cotizar entre un 5% y un 15% más que otras similares sin estos atributos.

Pero el impacto va más allá de la tasación directa. Estamos viendo cómo estos proyectos, financiados principalmente por fondos públicos, generan un efecto dominó comercial. Fomentan el comercio local al atraer a más personas a áreas específicas, reducen la huella de calor urbana mejorando el confort de los ciudadanos y bajan los costos energéticos de edificios, y hasta promueven la actividad física y el bienestar, lo que a su vez se traduce en una población más sana y productiva.

En el interior, ciudades como Salto, Paysandú y Maldonado están empezando a incorporar criterios similares en sus planes de ordenamiento territorial, entendiendo que el ‘activo verde’ es un diferenciador competitivo. La creación de circuitos recreativos arbolados a lo largo de ríos o el embellecimiento de avenidas principales no solo mejora la imagen de la ciudad, sino que atrae turismo y residentes buscando un entorno más amigable.

Mirando hacia 2030, la integración de tecnología para el monitoreo del crecimiento del arbolado, la gestión inteligente del riego y el uso de especies nativas resilientes serán clave. El desafío está en balancear la expansión urbana con la preservación y creación de estos pulmones verdes. Las próximas licitaciones de obra pública no solo preguntarán por la durabilidad del hormigón, sino también por la densidad de follaje, el manejo del agua de lluvia y la biodiversidad que se aportará. El verde dejó de ser un adorno para convertirse en una pieza central de la infraestructura que vende, y mucho.

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