
Hacia mediados de la década de 2010, el negro comenzó a ganar terreno en superficies mayores. Observamos un incremento significativo en el uso de revestimientos oscuros para baños y cocinas, donde acabados mate aportaban una sensación de lujo discreto y una percepción de mayor limpieza y orden. La popularización del estilo industrial y las soluciones tipo loft en áreas urbanas chilenas como Santiago, Valparaíso y Concepción, encontraron en el negro un aliado idóneo para realzar estructuras vistas, canalizaciones o mobiliario de metal. Estudios sobre percepción espacial realizados en contextos urbanos chilenos de aquel período indicaban que, cuando se aplicaba estratégicamente, el negro no necesariamente ‘empequeñecía’ el espacio, sino que podía conferir profundidad y una sensación de envoltura, especialmente en zonas de transición o en ambientes con abundante luz natural, como es común en la zona central de Chile.
La última fase, que se extiende hasta la actualidad en 2025, ha consolidado al negro como un plano esencial y un articulador espacial. Ya no se trata solo de un acento o un revestimiento; el negro ahora configura volúmenes completos, desde muros divisorios que absorben la luz para crear una atmósfera íntima, hasta techos que generan una sensación de altura o encierro controlado, una tendencia particularmente visible en proyectos de hostelería y residencias de alto nivel. La tendencia de la ‘caja negra’ en espacios como dormitorios o salas de estar ha sido ampliamente explorada por arquitectos y diseñadores chilenos, buscando un refugio sensorial y una experiencia inmersiva. La materialidad juega aquí un rol crucial: desde pinturas ultra-mate que eliminan el reflejo y absorben la luz, hasta superficies texturizadas como maderas carbonizadas, microcementos oscuros o metales pavonados que enriquecen la experiencia táctil y visual. Esta aproximación más audaz se sustenta en una comprensión más profunda de los patrones de comportamiento lumínico y la psicología del color, donde el negro, lejos de ser un vacío, se convierte en un lienzo para la luz artificial y los objetos que lo habitan. La experimentación con iluminación perimetral, tiras LED ocultas y focos dirigidos se vuelve indispensable para esculpir el espacio y evitar la monotonía o la opresión, transformando el negro en un fondo dinámico que resalta otras texturas y colores en el ambiente, ofreciendo al consumidor final una paleta de opciones que van desde la sofisticación contenida hasta la audacia expresiva.