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Miércoles, 19 de noviembre 2025
Espacios Públicos: La Voz del Vecino Gana Terreno
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Espacios Públicos: La Voz del Vecino Gana Terreno

|Obra pública
Analizamos cómo la participación ciudadana, aunque incipiente, está redefiniendo los proyectos de obra pública en Uruguay, con miras a un futuro más integrado.
Espacios Públicos: La Voz del Vecino Gana Terreno
Las plazas y parques de nuestras ciudades ya no se conciben únicamente desde el tablero de dibujo de un arquitecto municipal o una oficina de planeamiento. Un cambio de paradigma, lento pero constante, está emergiendo en la forma en que pensamos y materializamos nuestros espacios públicos. Esta tendencia, que pone al ciudadano en el centro del proceso de diseño, representa un quiebre significativo con la tradición de ‘arriba hacia abajo’ que predominó durante décadas en el urbanismo local y regional. Aunque aún se mueve con pies de plomo, la integración de la comunidad en la fase de concepción de obras públicas es una realidad creciente en el Uruguay de 2025, y promete transformar la manera en que habitamos nuestras ciudades.
Espacios Públicos: La Voz del Vecino Gana Terreno
Hasta hace unos pocos años, digamos, a principios de la década del 2010, el diseño de un nuevo parque o la remodelación de una rambla se veía como un ejercicio puramente técnico. Ingenieros y arquitectos, con su experticia, delineaban las soluciones que consideraban óptimas. Hoy, la fotografía es diferente. Vemos cada vez más municipios, desde la capital hasta el interior, abriendo instancias de diálogo con los vecinos. Desde talleres participativos en salones comunales, pasando por encuestas online específicas para un proyecto de barrio, hasta asambleas donde se discuten materiales o usos de áreas verdes. Por ejemplo, en la reciente remodelación de la Plaza Varela en Pocitos o en el proyecto de la costanera en Piriápolis, la opinión de los residentes fue crucial para definir aspectos como la ubicación de juegos infantiles inclusivos, la selección de especies arbóreas autóctonas o incluso el diseño del mobiliario urbano.

Este enfoque, aunque loable, no está exento de desafíos y es donde la cautela se hace indispensable. Uno de los puntos críticos es asegurar la verdadera representatividad: ¿cómo se garantiza que todas las voces, y no solo las más ruidosas o las de grupos organizados, sean escuchadas? Además, la gestión de expectativas es clave; no todas las ideas ciudadanas son técnica o presupuestariamente viables, y comunicar estas limitaciones de forma transparente es vital para mantener la confianza. Los tiempos del diseño participativo también suelen ser más prolongados y demandar recursos adicionales para la facilitación y sistematización de los aportes. Sin embargo, los beneficios son tangibles: una mayor apropiación del espacio por parte de la comunidad, una reducción del vandalismo, y la creación de lugares que realmente responden a las necesidades y deseos de quienes los usan a diario.

De cara al futuro, las proyecciones indican una consolidación de esta tendencia. Es muy probable que en los próximos cinco años, la participación ciudadana se formalice aún más, integrándose como una etapa obligatoria en los pliegos de licitación para ciertos tipos de obra pública. Veremos el desarrollo de plataformas digitales más robustas y amigables para la consulta, así como una mayor capacitación de los equipos técnicos municipales en metodologías de co-creación. Uruguay, que ya observa experiencias exitosas en ciudades vecinas de Argentina y Brasil, busca adaptar estas prácticas a su propia escala y cultura, delineando un camino donde la ‘arquitectura’ del espacio público se construye cada vez más entre todos, desde la base.

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