
El segundo eje es la **integración tecnológica inmersiva**. Más allá de la conectividad Wi-Fi de alta densidad, los nuevos diseños incorporan soluciones de realidad aumentada para la navegación interactiva, pantallas digitales de gran formato que transforman ambientes con contenido dinámico y sistemas audiovisuales de última generación que facilitan eventos híbridos de interacción fluida entre participantes presenciales y virtuales. La inteligencia artificial comienza a gestionar flujos de público, climatización y seguridad, personalizando la experiencia del visitante y optimizando la operación del complejo.
En tercer lugar, la **experiencia del usuario** se ha convertido en el centro del diseño. Los centros de convenciones modernos priorizan el bienestar de los asistentes con la inclusión de áreas de descanso activas y pasivas, oferta gastronómica diversificada y de calidad, integración de arte público y paisajismo interior, y rutas de tránsito intuitivas. Se busca generar una ‘sensación de lugar’ que trascienda lo puramente funcional, promoviendo la interacción espontánea y el enriquecimiento cultural.
Finalmente, los **materiales y técnicas constructivas** evolucionan hacia la eficiencia y la circularidad. La prefabricación de componentes estructurales y de revestimiento agiliza los tiempos de obra y minimiza los residuos. Se prioriza el uso de materiales de bajo impacto ambiental, producidos localmente y con capacidad de reciclaje al final de su vida útil, contribuyendo a la economía local y a una gestión más responsable de los recursos.
Mirando hacia el futuro, estos centros se integrarán aún más en el tejido urbano, funcionando no solo como recintos de eventos sino como catalizadores del desarrollo local, con espacios de uso público que beneficien a la comunidad. En Argentina, si bien proyectos como el Centro de Convenciones de Buenos Aires (CEC) ya ejemplifican una visión moderna con su diseño adaptativo y ubicación estratégica, el desafío y la oportunidad radican en la adopción plena de estas tendencias globales en futuras edificaciones y en la actualización de la infraestructura existente. Ciudades como Córdoba, Mendoza y Rosario, con un creciente perfil en el turismo de reuniones, tienen un enorme potencial para desarrollar complejos que no solo compitan a nivel regional, sino que establezcan nuevos estándares en la experiencia del participante y la eficiencia operativa. Esto implicará una inversión significativa en infraestructura digital y la formación de profesionales en diseño y gestión de eventos híbridos.
El impacto a futuro de estos avances es monumental. Estos nuevos diseños no solo revalorizan el sector del turismo de reuniones, sino que también estimulan economías locales, crean nuevas oportunidades de empleo y posicionan a las ciudades como focos de intercambio de conocimiento y cultura. Los centros de convenciones se transforman de meros recintos a verdaderos nodos urbanos, vitales para la conexión global y la proyección de una identidad regional dinámica y competitiva. Argentina, con su vibrante capital y sus ciudades emergentes, está en una posición privilegiada para capitalizar esta evolución, siempre y cuando la visión arquitectónica se alinee con las demandas del mundo post-2025.