
31/08/2025 l Tendencias
Históricamente, los sistemas de climatización se basaban en soluciones de volumen de aire constante (CAV), donde la temperatura se ajustaba mediante la mezcla de aire frío y caliente, con un gasto energético considerable y una capacidad limitada para ofrecer confort personalizado. La década del 2000 marcó un punto de inflexión con la proliferación de los sistemas de Caudal de Aire Variable (VAV). Estos sistemas representan un salto cualitativo al modular el flujo de aire suministrado a cada zona en función de su carga térmica específica, utilizando unidades terminales VAV que ajustan compuertas y, en sistemas avanzados, pequeños ventiladores. El beneficio técnico es claro: los ventiladores centrales operan a velocidades reducidas, disminuyendo drásticamente el consumo de energía eléctrica —proporcional al cubo de la velocidad del ventilador— y permitiendo un control zonal preciso. Esta capacidad de adaptación garantiza un confort térmico diferenciado, clave para oficinas con distintas orientaciones solares o densidades ocupacionales variables, y mejora la Calidad del Aire Interior (CAI) al permitir una ventilación más estratégica.
Desde la óptica de Recursos Humanos, la implementación de estos sistemas HVAC de vanguardia trasciende la mera eficiencia energética para convertirse en una herramienta estratégica. Un ambiente de trabajo donde la temperatura y la calidad del aire están óptimamente reguladas se traduce directamente en una reducción del ausentismo por enfermedades respiratorias o malestar térmico, un aumento comprobado de la concentración y la productividad, y una mejora general del ánimo y la satisfacción laboral. Estudios recientes indican que un ambiente térmico confortable puede aumentar la productividad hasta en un 10%, un dato irrefutable para cualquier Gerencia de RRHH. Además, la capacidad de ofrecer un control personalizado sobre el clima de cada espacio empodera a los colaboradores, contribuyendo a un sentido de pertenencia y valoración.
Para el panorama regional, esta tendencia se alinea con la creciente preocupación por la responsabilidad social corporativa (RSC) y la atracción de talento joven, que valora los espacios de trabajo modernos, saludables y ambientalmente conscientes. Buenos Aires, Córdoba y Rosario están viendo un aumento en proyectos de oficinas que incorporan estas soluciones, buscando certificaciones de eficiencia energética que, a su vez, actúan como distintivos de empleabilidad. Mirando hacia el futuro, la evolución de estos sistemas se dirige hacia una mayor integración con plataformas de Gestión de Edificios (BMS) basadas en inteligencia artificial y *machine learning*. Estos algoritmos predictivos permitirán optimizar el rendimiento del VAV y el *free-cooling* basándose en patrones de ocupación, pronósticos meteorológicos y tarifas energéticas en tiempo real, llevando la eficiencia y el confort a niveles sin precedentes. La inversión inicial en estas tecnologías, aunque superior a los sistemas convencionales, ofrece un retorno de la inversión (ROI) claro y cuantificable no solo en términos de ahorro energético, sino —y quizás más importante— en la salud, felicidad y rendimiento de nuestro activo más valioso: el capital humano.