
Pero la verdadera inteligencia reside en sus cerebros electrónicos. Los sistemas de control de destino (Destination Dispatch Systems) han transformado la experiencia del usuario. En lugar de pulsar el botón de llamada, los ocupantes seleccionan su planta en un panel táctil exterior. Un algoritmo predictivo agrupa pasajeros con destinos similares, asignándoles la cabina óptima y reduciendo significativamente los tiempos de espera y el número de paradas innecesarias, un factor crítico en edificios de alta ocupación en centros urbanos como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o Rosario. A esto se suma la integración con el Internet de las Cosas (IoT), permitiendo la monitorización en tiempo real, el mantenimiento predictivo y el tele-diagnóstico, asegurando una operatividad ininterrumpida y una seguridad reforzada, aspectos cruciales conforme la normativa nacional de seguridad se vuelve más exigente.
Desde una perspectiva social, la evolución de estos sistemas es contundente. La fiabilidad y eficiencia de los ascensores modernos son el cimiento para una urbanización inclusiva. Facilitan la movilidad de personas con discapacidad, adultos mayores y familias, garantizando que los espacios verticales sean accesibles para todos. Esto es vital para el desarrollo equitativo de nuestras ciudades, donde la verticalidad ya no es un privilegio, sino una necesidad. Mirando hacia el futuro, la investigación apunta a tecnologías como los ascensores sin cables (como el concepto MULTI de Thyssenkrupp), capaces de moverse tanto vertical como horizontalmente, o sistemas que integran inteligencia artificial para anticipar los patrones de tráfico, prometiendo una fluidez sin precedentes. En Argentina, la adopción progresiva de estas tecnologías no solo potenciará la capacidad de nuestros edificios, sino que también solidificará la promesa de una infraestructura urbana más inteligente, accesible y, en última instancia, más humana.