
La gestión de la humedad intersticial es crítica. Aquí, las membranas hidrófugas transpirables y las barreras de vapor son indispensables para proteger las envolventes. La elección de aislantes térmicos debe priorizar aquellos con mínima absorción de agua, como el poliestireno extruido (XPS) o el poliuretano proyectado, evitando materiales fibrosos que retienen humedad y pierden eficacia. Las carpinterías de PVC o aluminio con RPT (Rotura de Puente Térmico) son preferibles a la madera sin tratamiento específico, debido a su estabilidad dimensional y resistencia a la pudrición. Para revestimientos, las pinturas elastoméricas y los revoques monocapa hidrofugados ofrecen una primera línea de defensa, complementados con la correcta ejecución de juntas y solapes en sistemas de fachada.
Mirando hacia el horizonte 2025 y más allá, la industria avanza hacia soluciones integrales. Se observa un creciente interés en sistemas prefabricados de alta precisión que minimizan puentes térmicos y garantizan la estanqueidad desde fábrica. Los biocompuestos con tratamientos hidrofugantes avanzados y los materiales con capacidad de autorreparación están dejando de ser conceptos experimentales para integrarse gradualmente en proyectos específicos. Asimismo, la digitalización y el uso de sensores de humedad en tiempo real en estructuras se perfilan como herramientas clave para la monitorización y el mantenimiento preventivo, optimizando la vida útil de los materiales en entornos exigentes. La inversión inicial en materiales y técnicas adecuadas se traduce en una significativa reducción de costos de mantenimiento y una mayor calidad de vida para los ocupantes, una perspectiva que la construcción argentina está adoptando con mayor rigor y planificación.